Publicado en la Revista Aldaba nº46 Agosto 2020
EN SOLO 48 HORAS...EL RETO DEL NERI.
Viernes, 13 de marzo de 2020. En
la sala de profesores del Neri[i]
se respira incertidumbre y preocupación. El desasosiego es palpable entre el
conjunto del claustro de profesores que de forma acelerada recogemos nuestros
materiales de aula, trabajos presentados la última semana y exámenes por
corregir, que se van amontonando en cajas improvisadas como maletas de
transporte. La evaluación está cerca y no sabemos cuándo volveremos, pero lo
que es evidente que nada va a ser como planificamos los días previos. Las noticias martillean nuestros cerebros, la
información se acumula y precisamente no es muy agüera. En solo cuarenta y ocho
horas debemos adaptar nuestras metodologías, nuestras programaciones de aula,
los proyectos en los que alumnos y profesores participamos de forma
transversal. Los WhatsApp se multiplican hasta saturar el teléfono; ya no sabes
cuál abrir. Torbellinos de ideas sobre qué hacer la próxima semana con el
alumnado, cómo trabajar los contenidos, qué medios digitales utilizar y
preguntas…muchas preguntas. No estábamos preparados para, de la noche a la
mañana, cambiar nuestras aulas más o menos acogedoras, por la frialdad de las
pantallas. Pero lo hicimos, es más, de entre esas preguntas surge una que
enciende la chispa de lo que luego se ha convertido en una experiencia muy
entrañable. Se suspenden muchas actividades, pero el ingenio y la motivación
nos empuja a idear otras, a las que poco a poco le vamos dando forma desde
nuestro encierro.
Desde un principio, intuíamos que
dos de los grandes afectados por esta pandemia iban a ser las personas de edad
madura o anciana y los autónomos. Los primeros por el peligro a su salud
biológica y mental, y los segundos, a la económica. El virus está al acecho y
se va a ensañar con ellos. Aunque aún no podíamos imaginar su alcance, éramos
conscientes que a veces no solo duele el cuerpo sino también el ser, el alma,
la psique o como queramos llamarlo. La sensación de soledad, de abandono, de
inseguridad, puede llegar a ser también mortal.
Amaranta nos plantea: ¿y si
hacemos algo para que chicos y chicas se acerquen a sus mayores y les hagan
revivir sus experiencias y sus recuerdos de juventud? Coordinadora del Programa
ALDEA[ii]
recuerda una actividad que hizo con sus alumnos en la que contaban aspectos
tradicionales del mundo rural: cómo se hacían las conservas, qué plantas se
utilizaban como remedio, cómo se hacían jabones caseros…. Y comenzamos a
maquinar, a darle forma a esta idea. Ahora sí que fluyen los WhatsApp. Varios
departamentos nos coordinamos. Planteo la posibilidad de un concurso de
redacción para que los chavales puedan mostrar sus ideas con libertad creativa
y a Marta, como profesora de lengua y literatura le encanta. Así pueden aprovechar
para hacerles recordar a sus mayores cómo aprendieron a leer, si tuvieron algún
libro en su infancia, si escribían cartas a sus amigos de verano, si leían
revista, fotonovelas, comics… Ya hemos sumado dos áreas a las que le vamos a
unir el Programa Vivir y Sentir el Patrimonio[iii]
porque, si ahora no se nos permite salir, ¿por qué no rememorar también
aquellas calles marteñas por las que paseaban, con sus empedrados y casas
encaladas, las plazas donde se celebraban las verbenas, sus tiendas de barrio
en las que te “fiaban” aunque fueran
veinte duros? Y es en este punto donde se unen dos departamentos más: Marivi,
al frente del de matemáticas, sugiere hablar de las monedas que se utilizaban,
los tipos de pesos o el coste de la vida hace años y Paco como profesor de
Educación Física quieren que recuerden los juegos tradicionales y las
actividades al aire libre. En ese momento empezamos a tomar conciencia de lo
que se nos está privando por causa de fuerza mayor y que no habíamos valorado
en nuestro día a día.
Pero todavía nos quedan cabos por atar: ¿qué
medio utilizamos para que recopilen esa valiosísima información? Era
fundamental, en un momento en el que queríamos acercar a personas de distintas edades
sin tener contacto físico. La respuesta es bien sencilla, a través del
teléfono. Una llamada que, por un espacio más o menos considerable de tiempo,
va a unir a dos generaciones en sus experiencias y vivencias. Finalmente, y
para que esas conversaciones telefónicas fluyan y mantengan a ambos
conversadores el máximo tiempo posible, creamos unos listados de preguntas,
según los distintos ámbitos mencionados, para que nuestros alumnos y alumnas
elijan el apartado por el que participar. Por último, tenemos que poner un
título a nuestro concurso: “Llamando a mis mayores”, “Yo me quedo en casa, pero
llamo a mis mayores” …no, no nos suena bien. ¿Qué engancha a los jóvenes? Los
retos, pues ¡ya lo tenemos!: “El Reto del Neri: llama a tus mayores”.
Como todo concurso, va a haber
unos ganadores, aunque ganadores van a ser todos los participantes por el
bagaje de vida que van a descubrir. Como dije al principio, otros de los
grandes perjudicados van a ser los negocios autónomos, esos que seguramente han
dado pie a contar alguna anécdota del pasado, con los padres o abuelos de los
actuales propietarios en muchos casos, así que vamos a reinvertir el premio en
ellos. De esta forma se establece que el premio en metálico tenga una única
condición: se invierta en comercio local. Y aquí entra en juego nuestros dos
siguientes colaboradores: el Excmo. Ayto. de Martos a través de la Concejalía
de Juventud y Bienestar Social y ASEM, que rápidamente nos brindan su apoyo.
Francisco y Ana no tienen duda en que este proyecto va a ser beneficioso para
la comunidad educativa y marteña.
Lo conseguimos, en cuarenta y ocho
horas, no solamente hemos pensado en materias, evaluaciones, plataformas
digitales…sino que hemos creado un proyecto transversal que con impaciencia
queremos difundir a través de redes sociales y en Radio Martos. Marta elabora un
entrañable cartel que empieza a llegar a nuestros jóvenes.
Las participaciones fueron
llegando a los distintos correos indicados y aunque algunos no eran redacciones
sino transcripciones de entrevistas, nos damos por satisfechos por el simple
hecho de la cantidad de información que nos han transmitido y que seguramente,
ellos han recibido. Ateniéndonos a las bases establecidas tenemos cuatro
merecidas ganadoras. Clara, Inés, Elena y Mayte[iv]
son el ejemplo de una generación que, por un pequeño periodo de tiempo, han viajado
años atrás para conocer el Martos de antes y con maestría lo han sabido plasmar
en un papel en blanco.
Seguimos con desasosiego, angustia,
incertidumbre, pero lo que es innegable es que esos casi 100 relatos han sacado
alguna sonrisa y seguro que alguna que otra lágrima de emoción.
[i] IES San
Felipe Neri de Martos.
[ii]
PROGRAMA ALDEA: Programa de la Junta de Andalucía de Educación Ambiental para
la Comunidad Educativa. Constituye una herramienta para el desarrollo de las
competencias del alumnado en este ámbito.
[iii]PROGRAMA
VIVIR Y SENTIR EL PATRIMONIO: Programa de la Junta de Andalucía para que el
alumnado conozca y sienta suyo el patrimonio cultural más cercano.
[iv]
Ganadoras del concurso “El reto del Neri” fallado el día 30 de junio de 2020,
siendo jurado Marivi Contreras Martínez, Amaranta García Garíjo, Silvia López
Teba, Pablo Moreno Hermoso y Marta Navas
Jaén, profesores del IES San Felipe Neri de
Martos:
-
Categoría: 4º ESO, Bachillerato y Ciclos
Formativos:
o 1º
Premio: Clara Serrano Barranco
o 2º
Premio: Elena Consuegra Fuentes
-
Categoría: 1º, 2º y 3º de ESO:
o 1º
Premio: Inés Benlahmar González
o 2º
Premio: Mº Teresa Espejo Ocaña
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