SOÑANDO CON EL PASADO. Inés Benlhamar. 1º Premio ESO. CONCURSO EL RETO DEL NERI

Publicado en la Revista Aldaba nº46 Agosto 2020

SOÑANDO CON ELPASADO
Inés Benlhamar González

Era una tarde calurosa. El teléfono sonaba desde el pasillo. Se escuchaba desde el salón la televisión, en el canal de radio. Al fin la mujer mayor desatendió sus quehaceres un momento para tomar el teléfono y contestar. Su nieta le esperaba desde la otra línea de la llamada, con una sonrisa en el rostro. La mujer se sentó en una silla que había en el pasillo, al lado de la puerta de la cocina.
 La niña le preguntó si podía recordar cosas de su pasado con respecto a las cosas de matemáticas. La señora accedió a responder y recordar aquellos tiempos. Su colegio era pequeño, en el que sólo había niñas, igual que la maestra que le enseñaba. Todo era muy básico, tomaban el desayuno en la escuela; la mujer dijo que unos americanos le mandaban la comida. Por la tarde enseñaban a las niñas cómo hacer labores de la casa, para prepararlas cuando sean mayores. Recordó con cierta dulzura esas mañanas que se oía la clase cantando las tablas de multiplicar; pero si se equivocaba alguna de ellas, no era tan dulce. Una dura regla les esperaba, debían poner las manos en frente de la maestra, y ella les azotaba con el instrumento que tenía en las manos.
La niña le preguntó sobre “¿Qué era una romana, abuelita?”. La mujer le respondió que era un peso bastante distinto al que tenemos hoy en día; sirve para pesar, compuesto por una palanca de brazos muy desiguales, con el fiel sobre el punto de apoyo. Ella la utilizaba para pesar gallinas o polluelos, que lo hacía junto a su madre. También le hizo rememorar el pasado cuando pagaba con pesetas, reales, duros... Vagamente en su cabeza hizo una cuenta para calcular cuánto era un euro como peseta. “Creo que eran 166'386 de pesetas un euro”.
 Eso le hizo pensar en sus tiempos adolescentes, salía al cine con unas 5 pesetas y con sus amigas. Pasaban el rato en la calle, hablando y paseando. Las chuches costaban muy poco, la ropa también, todo era bastante barato en esos tiempos, al contrario de ahora, que todo es muy caro, según decía la mujer. Su nieta le dijo: “Entonces, si ahora todo te parece caro, ¿qué te parecía caro antes?”. Los viajes, fueron la respuesta de la señora mayor. “Un día, me dieron unos 20 duros y lo disfruté mucho, ya que salí con mis amigas a la calle y nos fuimos a comprar ropa. Madre mía, nos echábamos unas buenas risas.” La mujer se reía alegremente. Un ejercicio sobre medir las tierras de alguien se le vino a la mente gracias a una pregunta de la niña pequeña. Era por celemines, una medida agraria, que ya no se usa mucho. Eso quiere decir que dio matemáticas en la escuela, pero sólo lo básico. Multiplicar, dividir, sumar y restar fue lo máximo que dio. Tampoco usaban muchas herramientas para medir, como por ejemplo la escuadra o el cartabón. 


En ese momento se le vino a la cabeza cuando se casó, compró un piso bastante grande, de unos 120 metros cuadrados, por unos 7 u 8 millones de pesetas. Tuvo su primer trabajo, como todo el mundo, aunque le pagaron muy poco, también tuvo que financiar su primera casa. Con todo eso, ya se notaba que había entrado al mundo adulto, con muchas obligaciones y responsabilidades. También tenía una cuenta bancaria, pero de los intereses no se acordaba, aunque sí de que invirtió en bolsa. Eso la niña no lo entendía, ya que tenía como unos 9 o 10 años. La mujer se rio por el tono de no entender nada que ponía la chiquilla al hablar. Le contó sobre su trabajo más experimentado, era una cafetería. Eso la niña sí que lo conocía, pues había estado varias veces ahí. Era pequeña, pero bonita. Lo visitaban muchos jóvenes, que pasaban el rato sentados en el acogedor local. Vendía bocadillos, café, chuches, lo normal. 
Recordó que apuntaba a las personas que no podían pagar, y que al día siguiente debían venir y pagar el dinero de los respectivos almuerzos que se tomaron. “Muchas gracias abuelita, por contestarme a las preguntas.”, a lo que la mujer mayor sonrió y dijo “Yo debería darte las gracias, en esta situación debemos estar más unidos, así que, gracias por llamarme, cariño”. Se despidieron y la niña colgó. Su hermano le estaba llamando para jugar en la piscina corrió. Estaba toda la familia reunida, su padre y su madre preparaban una deliciosa barbacoa, mientras su hermano le salpicaba con el agua de la piscina. Después de toda una tarde de juegos, cenaron y cada uno se fue a sus respectivas camas. Por la mañana se despertó por el gritito de un niño pequeño. “¡Vamos abuelita, despierta!”. El niño se sentó al lado de su abuela. “¿Qué has soñado hoy? , a lo que ella le respondió: “Sólo un recuerdo de cuando era pequeña.”

Comentarios