LO QUE LA MEMORIA NUNCA OLVIDA...Elena Consuegra. 2º premio Bachillerato. CONCURSO EL RETO DEL NERI.


LO QUE LA MEMORIA NUNCA OLVIDA…

Elena Consuegra Fuentes

Se podría decir que Manuel Consuegra Molina a sus 80 años sigue teniendo la misma energía que tenía hace muchos años atrás, eso es algo que no cambia, al igual que su cabezonería que eso si puede que haya aumentado un poco con los años. Pero tampoco es algo que le tengamos mucho en cuenta porque va en nuestros genes. Lo que sí pudo cambiar en mi abuelo, tal vez, sea su memoria. Pero es que a veces hay cosas que nunca se olvidan. Que la memoria nunca olvida.

En sus primeros años de vida, en la década de los 40, vivió en una humilde casa en la calle La Madera (Martos). En esa calle, empedrada y llena de escalones al igual que las demás del pueblo, él salía a jugar con sus vecinos y amigos a las bolas y al correndero. Sin miedo alguno al tráfico actual, ya que no había coches sino “borregos” como él dice. Cuando se acababa el día, entraba a su encalada casa donde su madre le esperaba con la cena lista. La casa, muy diferente a las de ahora, casi ni tenía cuarto de baño y por en medio de ella cruzaba un camino de piedras para que pasaran los animales y no rompieran las baldosas. Si hacía frío, la mayoría de casas tenían una chimenea en la que la familia podía calentarse y de donde sacaban ellos su propio brasero. Terminada ya la cena volvía a salir a la calle, esta vez con su madre que entablaba conversación con los vecinos sobre cómo estaba la cosecha este año ya que casi todos eran agricultores o ganaderos.



Cuando se hizo lo suficiente mayor como para que su madre le mandara a hacer recados, él iba a una tienda en su calle llamada Abelardo, por el nombre del dueño. Iban a esta tienda cuando tenían que comprar pequeñas cosas, en cambio, si tenían que hacer una compra más grande iban al mercado que se encontraba en la Plaza y hasta día de hoy sigue allí. Lo que ya no sigue allí son los puestos que los hortelanos colocaban por toda la calle El Adarve para vender sus productos. Cuando compraban no pagaban al momento sino que les daban un vale, el cual luego les cobraban yendo por las casas.

Se podría decir que en aquella época el centro de Martos era la Plaza donde se encontraba casi todo: cajas de ahorros, zonas verdes, el mercado, etc. Allí también se organizaba anualmente la feria de San Juan conocida como feria de la Plaza, en la que una vez llovió tanto que se llevó todo lo que en ella había. Otras fiestas que se celebraban cada año eran la romería de la Virgen de la Victoria en la Iglesia de San Bartolomé, la Semana Santa, la feria de San Miguel en el Llanete y la actual feria de San Bartolomé que hoy se celebra en el ferial, anteriormente se hacía en la Fuente Nueva.



La mayoría de calles del municipio no cambiaron de nombre pero hay una que mi abuelo si recuerda que cambió, que es la antigua calle Albollón llamada así por el significado de albollón que es el cauce por donde bajan las aguas de las partes altas del pueblo y esta calle hacía referencia a ese nombre, actualmente es la calle Dolores Torres.

Y es que muchas veces a lo largo de los años, cambian mucho las grandes cosas como pueden ser el desarrollo de los lugares, pero los pequeños detalles como son los nombres de las calles quedan intactos. Al igual que nos ocurrirá a nosotros durante este período, habrán cambiado grandes cosas como el desarrollo de nuestra historia pero jamás cambiará el valor de un abrazo, de un beso, de una caricia, de esos pequeños detalles que antes no teníamos en cuenta, pero que ahora se nos hace difícil vivir sin ellos. Porque al fin y al cabo la historia se acaba olvidando pero el abrazo que nos demos cuando todo esto acabe siempre quedará en nuestra memoria.


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